En la medicina china, los órganos sexuales son considerados nexos físicos, o ejes, entre el Yin y el Yang. El hombre tiene su genitalidad expuesta fuera de su cuerpo, llenándose de Qi y sangre durante la erección, y de este modo convirtiéndose en Yang en extremo en el momento de la inserción dentro del Yin de la hembra.
La mujer, por su parte, abre las puertas de su Yin más profundo, dejando en libertad su Yin Qi en forma de secreciones vaginales y saliva, y aceptando el pene del macho. Cuando, en consecuencia, el Yin y el Yang se unen, el Yang Qi del hombre pone en movimiento el Yang Qi de su compañera, haciéndola llegar al clímax (orgasmo), y soltando su Yang Qi. En Ying pasa a ser Yang, y el hombre absorbe todo el Yang Qi que la mujer libera.
Esto es porque clásicos como el Su Un Jung y otros, abogan por las relaciones con tantas mujeres jóvenes como sean posibles, sin que se produzca la eyaculación del Ying, como un medio de prolongar la vida y conseguir la inmortalidad.
El macho, por otra parte, ejerciendo su Yang potencial para el clímax, queda atrapado dentro de los dominios internos de la mujer, descarga su Yang Qi, y se transforma en Yin una vez que eyacula el fluido espermático (Jing) y se contrae.
El Yin del hombre contiene la esencia Yang de su naturaleza, encubierto dentro del Fluido Jing de su eyaculación. Es la esencia Yang es responsable del impulso energético que lleva al esperma a unirse con la esencia Yin de la mujer; el óvulo.
El fenómeno del Yin Yang no sólo se evidencia en las relaciones sexuales entre hombres y mujeres, sino que también se hace presente en la sociología, en la moralidad, y en el simple folclore de la vida.
Fuente y artículo completo: En Plenitud
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