Elena FERNÁNDEZ-PELLO
«No sirven para controlar el cáncer, pero sí ayudan a aliviar los efectos secundarios de los tratamientos». Luis Olay Gayoso, especialista en oncología radioterápica del Hospital Universitario Central (HUCA) y director del aula de apoyo al paciente con cáncer, habla de terapias complementarias como la acupuntura, el reiki, el yoga, el masaje ayurvédico, la magnetoterapia, la reflexoterapia, la fitoterapia o las flores de Bach. La medicina convencional es insustituible, sostiene Olay, pero algunas de esas disciplinas «mejoran su calidad de vida, el dolor, la ansiedad, el estrés, el estreñimiento o la incontinencia urinaria». Por eso, siguiendo el ejemplo de países como Estados Unidos e Inglaterra, es partidario de crear unidades especializadas en los hospitales: «Supondría incluso un ahorro para el sistema sanitario, porque hay pacientes que con ellas dejan de tomar fármacos para la depresión, para dormir...».
«Hay estudios que demuestran que la acupuntura e incluso el reiki son buenos para la ansiedad y el estrés. La neuropatía periférica por quimioterapia puede mejorar con la acupuntura. Son útiles para nauseas y vómitos. La radioterapia produce sequedad de boca y también puede mejorar...», enumera. La acupuntura y el reiki son, según el especialista, las que a día de hoy han demostrado mayor eficacia.
Olay recalca que siempre ha de buscarse a un profesional «acreditado». «Incluso la meditación y el yoga tienen que ser actividades supervisadas por alguien que tenga un título, un maestro o un monitor especializado», indica. «En China», cuenta, «la carrera de Medicina es de seis años y quien además quiera formarse en Medicina tradicional tiene que estudiar ocho años más, catorce años de formación en total, así que no es algo que se aprenda en un cursillo de fin de semana».
Entre todas las posibilidades, la acupuntura es, según el médico del HUCA, «la que reporta beneficios más demostrables: aumenta la secreción de endorfinas -algo que se puede medir-, incluso la de anticuerpos, estimula el flujo sanguíneo donde se ponen las agujas y puede favorecer la cicatrización de una herida». «El resto de técnicas -las flores de Bach, el reiki, el masaje ayurvédico...- tienen efectos más difícilmente demostrables», admite. En esos casos, para comprobar su utilidad, propone recurrir a «test de calidad de vida, validados científicamente», con preguntas sobre el estado del enfermo antes y después de la aplicación de la terapia complementaria. «La que más recelos crea es la homeopatía, parece que tiene el mismo efecto que un placebo y hay pocos estudios, así que hay que seguir investigando».
Luis Olay reconoce que el colectivo médico no es muy permeable a estas terapias. Él lo atribuye al «desconocimiento» y lamenta que no haya cierta comunicación y colaboración entre especialistas de ambos ámbitos. «Sería bueno que se actuara a tres bandas -el paciente, el oncólogo y el acupuntor, monitor o quien aplique la terapia complementaria-», opina Olay. Incluso sería deseable que estos últimos recibieran una formación específica en el tratamiento de enfermos con cáncer. «Para tratar a pacientes oncológicos deberían tener una formación adecuada. Los masajes ayurvédicos con aceites puede dañar la piel en algunos enfermos, así que antes de aplicarlos deberían conocer los pormenores de su tratamiento», afirma.
Por eso, Olay anima a los enfermos interesados en recurrir a estas terapias complementarias que lo consulten con su especialista. «No deben tener ningún reparo con su oncólogo», recomienda.
Fuente: Ine.es
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