Los trastornos de estrés post traumático (PTSD, por su sigla en inglés), son trastornos de ansiedad que algunas personas sufren después de ver o experimentar situaciones peligrosas que generan miedo. Este miedo gatilla respuestas de lucha o escape para defenderse contra el peligro o evitarlo, y se manifiesta en una reacción generalizada y continua de estrés y temor, aún cuando ya no están en peligro.
Las personas con este trastorno pueden presentar los siguientes síntomas:
Flashbacks o escenas retrospectivas: se revive un trauma repetitivamente, incluyendo síntomas físicos tales como el latido acelerado, sudores, pesadillas y pensamientos atemorizantes. Cualquier cosa que haga que la persona recuerde el evento tal como pensamientos, palabras, objetos o situaciones similares, pueden desencadenar estos flashbacks.
Evasión: se suelen evadir lugares, acontecimientos u objetos que son recordatorios de la experiencia. También suelen sentirse emocionalmente adormecidos o insensibles, a veces con un fuerte sentimiento de culpa, depresión o preocupación; se pierde el interés en actividades de las que antes se disfrutaba, y se tiene dificultad para recordar el acontecimiento o trauma peligroso.
Híperexcitación: sobresaltarse fácilmente, sentirse tenso o ansioso y con dificultades para dormir. También se padecen frecuentes ataques de cólera.
Niños que viven con padres o miembros de la familia que los maltratan, adultos que viven con parejas o compañeros que los maltratan, o aquellos que trabajan en ambientes donde los maltratan, también pueden desarrollar este trastorno. Los niños perciben el peligro de manera muy diferente a los adultos y, por su sensibilidad, son más vulnerables a las experiencias traumáticas.
Repercusiones en la salud
Muchas personas que padecen PTSD también tienen una mayor cantidad de problemas de salud física en los sistemas cardiovasculares, gastrointestinales, y musculares.
La medicina tradicional china tiene la capacidad de ver al cuerpo humano en su nivel de energía. Esta forma de medicina desarrolló el sistema meridiano, también llamado Jing-Lo.
Existen 14 meridianos regulares y 8 meridianos extraordinarios que son responsables del funcionamiento mental y físico óptimo. Cada sistema meridiano se centra en órganos específicos, tiene una distribución específica y está a cargo de funciones físicas y mentales específicas. Tratándose de un sistema de energía, los meridianos son muy sensibles a la angustia emocional, y cada sistema meridiano es particularmente sensible a emociones específicas.
Por ejemplo, los meridianos riñón-vesícula son muy sensibles al peligro y generan miedo. Cuando el peligro está presente, las funciones físicas del riñón y la vesícula sufrirán.
El paciente experimentará dolor en los huesos grandes como la espalda baja, caderas y rodillas, como también disfunción en el cerebro, producción pobre de sangre, disfunciones sexuales y fertilidad comprometida. También se puede observar diarrea por la mañanas y control pobre de vejiga.
Cuando las personas han sido traumatizadas repetitivamente, la rabia y el resentimiento se acumulan. Estas emociones afectan primordialmente a los meridianos del hígado y de la vesícula biliar. Como resultado, pueden aparecer síntomas como dolor en el pecho, migrañas, síndrome de colon irritable, fibromialgia, dolor y espasmos en el cuello y los hombros, síndrome premenstrual, enfermedad de reflujo gastroesofageal, fibromas uterinos y tumores en los senos.
Los pacientes también pueden sufrir de ataques de ira, depresión o ataques de pánico, y tener problemas para planificar y tomar decisiones.
Los trastornos mencionados anteriormente no sólo ocurren en el nivel físico sino también en el nivel de la energía. El nivel energético es el más afectado y esto desemboca en anormalidades tanto físicas como mentales, por lo tanto, son necesarias intervenciones que se centren en el nivel de la energía. En otras palabras, la terapia no sólo tiene que llegar al corazón y a las agallas sino también a la mente.
Para tratar adecuadamente a las personas que padecen PTSD, se requiere un acercamiento integrador.
Primero, necesitamos identificar y diagnosticar claramente la condición y reconocer sus causas principales a través de una evaluación exhaustiva.
Segundo, tiene que establecerse una relación terapéutica de confianza entre el médico tratante y el paciente.
Tercero, cualquier distorsión cognitiva y conductas inadaptadas tienen que ser reconocidas y corregidas usando terapia cognitiva conductual.
Cuarto, técnicas de mente cuerpo tales como las neuro-emocionales o de insensibilización y reprocesamiento del movimiento del ojo, ayudarán a revelar y remover las consecuencias energéticas y neurofisiológicas del trauma.
Quinto, los pacientes tienen que aprender cómo reducir el estrés a través de meditación y ejercicios como tai chi, qigong y yoga. La acupuntura es una gran herramienta que desbloquea y reequilibra la disfunción energética de los meridianos en pacientes con PTSD.
Como resultado de las intervenciones mencionadas anteriormente, los pacientes deberán seguir consejos para una alimentación sana y eliminar conductas inadaptadas.
Por último, establecer sistemas de apoyo, aprender nuevas habilidades para sobrellevar el problema y mirar la vida desde una perspectiva espiritual puede ayudar a los pacientes a mantener bienestar físico y emocional, permitiéndoles volverse más resistente a traumas futuros.
Medicamentos dirigidos a los síntomas deben ser usados con cautela y en base a cada caso. Suplementos nutricionales pueden ser de ayuda también.
Artículo original de lagranepoca.com
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