Danièle Flaumenbaum,
ginecóloga y divulgadora francesa, ha revolucionado el mundo de la medicina
sexual y, por ende, de sus pacientes y lectoras, al incorporar las enseñanzas de la
medicina tradicional china y el psicoanálisis a su enfoque terapéutico.
Su último ensayo, una enciclopédica guía sobre la sexualidad, titulado Mujer
deseada, mujer deseante. Las mujeres construyen su sexualidad,
ha llegado a las librerías españolas de la mano de la editorial Gedisa, después
de haber vendido más de 70.000 ejemplares en Francia.
Una de las principales aportaciones de Flaumenbaum
es la relación que establece entre la salud y el sexo. Según explica la autora
gala a El Confidencial,
“el encuentro del sexo y el cuerpo nos aporta una nueva energía física que
contribuye a curarnos de ciertas patologías y enfermedades, o lo que es más
importante, a prevenirlas”. La sexualidad es para Flaumenbaum elnexo de unión vital entre la
salud y el sexo, de cuyo desarrollo surge “una armonización que
nos hace más auténticos y nos permite, cada vez más, llegar a ser nosotros
mismos”, desarrollándonos como personas plenas.
El sexo no sólo contribuye a la mejora de la
salud física, sino también albienestar mental, curando y previniendo las
enfermedades psíquicas o las patologías afectivas y emocionales. De hecho, el
principio básico de la medicina china es que “sin sexualidad, el espíritu no
puede desarrollarse”.
Educación sexual en casa, no en
la escuela
La mayoría de mujeres, lamenta la autora,
carecen de la capacidad “para abrir su sexo, física y energéticamente, al encuentro con el hombre, que
activa una alquimia que renueva nuestras fuerzas, además de
nuestros sentimientos y pensamientos”. Esta incapacidad se debe,
principalmente, a que las mujeres no han sido instruidas sobre el placer y a
las deficiencias de la educación sexual en el seno de la familia. A pesar de la
liberación sexual y a los avances socioculturales que han permitido a la mujer
vivir su sexualidad al igual que los hombres, “siguen sin saber concebirla como
una dinámica del
Parafraseando a Goerge Brassens,
quien recitaba en su clásico de los años setenta Quatre-vingt-quinze fois sur cent, que “el 95% de las
mujeres se aburren follando”, Flaumenbaum lamenta que, hoy en día, “esa cifra
no es inferior a un 85%”. Un problema generalizado que no se ha resulto, dice, porque la vivencia plena de la
sexualidad depende del primer ciclo de aprendizaje, es decir, hasta los siete
años. Por tanto, la principal institución para desarrollar la
sexualidad es la familia, más concretamente la madre, que no es que prohíba
este tema, sino que simplemente lo desconoce, asegura la ginecóloga. Así, esa
mayoría de mujeres que no disfrutan del sexo, no es por qué no tengan el deseo
de “emprender el viaje de la sexualidad”, como lo denomina la autora, sino
porque “están paralizadas por una educación sexual cargada de ignorancia”.
La primera y principal construcción de la
sexualidad sienta sus bases en la trasmisión familiar, que sigue bebiendo de
los códigos de las generaciones anteriores. Una dependencia que ha provocado
que “las generaciones de jóvenes de hoy en día no saben ni cuentan con la
suficiente información para saber vivir la sexualidad plenamente, mediante el
reencuentro con el otro sexo, por lo que persisten las patologías sexuales”. Lo
más frecuente, insiste Flaumenbaum, “es que no se desarrolla el deseo y de
ahí surge el miedo a la penetración, entendida como la
recepción plena del sexo del hombre en el cuerpo de la mujer”.
"La herencia catastrófica
trasmitida por las madres"
El peso de la familia es tal que las
patologías pueden surgir solamente cuando está presente la figura materna. Uno
de los casos clínicos que Flaumenbaum recopila en Mujer deseada, mujer deseante, es el de una de sus
pacientes que le asegura que tiene cistitis sólo cuando vuelve de ver a su
madre o cuando siente vergüenza de desear hacer el amor. Un fenómeno que se
explica porque “no ha sabido desconectarse de la energía madre-hija que la
desestabiliza emocionalmente. La cistitis es una prueba, de que esta paciente
no ha salido de su construcción energética
primera, la que le fue trasmitida por su madre y las mujeres de su familia,
para las cuales el placer no se vivía”.
Al igual que la cistitis, la ginecóloga francesa explica que las enfermedades infecciones
también se suelen contraer cuando “esa energía sexual es desviada por una falta de educación, estancando
o invirtiendo su curso natural”. Es por eso, que muchas enfermedades, las
transitorias no las crónicas, se podrían erradicar mediante una profunda
educación sexual y de su propio cuerpo.
Para Flaumenbaum, el amor y los sentimientos
no son suficientes para poder vivir plenamente la sexualidad. “Amar a un hombre
no suprime las emociones acumuladas en la
infancia o antes del nacimiento bajo la forma de prohibiciones e inhibiciones,
que funcionan como obstáculos”. Sobre todo en lo que se refiere al placer y al
goce sexual, “la herencia catastrófica que nos trasmitieron nuestras madres,
incapaces de explicarnos qué es una mujer, sigue estando activa”.
Abandonar a la madre para
acoger al amado
La ginecóloga habla en todo momento de las dificultades de las
mujeres para conocer su propio cuerpo, y no de los hombres, porque “el
sexo femenino está en el interior del cuerpo y hay que explicárselo a las
niñas, decirles que son libres para reencontrarse con éste porque, de lo
contrario, no van a poder construir su sexualidad ni llegar a la madurez
sexual”. Es decir, darse y abandonarse al ser
amado, pero también recibirlo y acogerlo, tanto en su cabeza
como en su sexo, matiza la autora. Un reto que nunca podrá alcanzarse si antes
no se cuenta con la “capacidad y la confianza de poder darse y abandonarse de
la madre”.
Esta dificultad de partida puede corregirse,
aunque sea en la edad adulta, y el ensayo Mujer deseada, mujer deseante,
presenta algunas de las claves que ayudarán a superarla. Un aprendizaje, en el
que la pareja masculina tiene un papel protagonista. “El hombre tiene que participar
activamente para
que la mujer libere y haga circular sus energías sexuales, vivan plenamente la
sexualidad, y haya una verdadera compenetración entre los dos sexos, que es lo
más importante”, apunta la ginecóloga. Para ello, los preliminares y el buen
conocimiento de la anatomía femenina son fundamentales. Todo ello es posible
porque “las energías femeninas son receptoras y las masculinas son emisoras”,
lo que hace que la “alquimia de la sexualidad” venga dada por la unión o compenetración
de esas dos fuerzas.
Otros consejos prácticos, en los que se
profundiza más en el libro, tienen que ver con el abandono del sentimiento de
culpabilidad y con la comunicación. “Si nos sentimos culpables no permitiremos que el sexo se
desarrolle plenamente. El trabajo energético consiste en
recuperar la exaltación de los órganos sexuales, tanto para el cuerpo como para
la cabeza”, asgura Flaumenbaum. Asimismo, la comunicación es otro pilar
fundamental. “Hay que expresar y verbalizar lo que se aprende para poder
progresar y ser felices al compartir nuestros avances”.
Fuente: El Confidencial
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