28/8/09

El estrés: Caldo de cultivo de todas las enfermedades


Según la medicina tradicional china, el estrés es provocado por un estado de alerta permanente, de alta tensión somática y emocional, y de esfuerzos constantes que van más allá de nuestro límite biológico y energético.

El cuerpo humano es la maquinaria más perfecta que existe en este mundo, en él funciona un sistema inteligente de auto regulación y de auto reparación, por lo que hace que todos los órganos estén funcionando en una perfecta armonía y que todas las constantes vitales estén en equilibrio. Este equilibrio, en la medicina china, es sinónimo de salud.

Sin embargo, por más perfecta que sea esta maquinaria, siempre requiere un cuidado y mantenimiento por nuestra parte. Para estar saludables, necesitamos llevar un estilo de vida ordenada, apacible, sin luchas ni tensiones, ni excesos de estímulos sensoriales externos. Ya que de lo contrario, el desajuste del reloj biológico, la mala calidad del descanso, las altas tensiones emocionales y la incesante búsqueda de ambiciones ilimitadas, nos lleva al desajuste de nuestro sistema biológico, rompe el equilibrio, baja las defensas de nuestro sistema inmunológico, y se convierte en el culpable de prácticamente todas las enfermedades crónicas.


Desde muy pequeños, en la antigua China, los niños aprendían en la escuela a sentarse en meditación, con una respiración relajada y la mente purificada. La gente solía levantarse muy temprano para practicar Qigong (ejercicios energéticos) antes de empezar las actividades del día a día. La gente vivía más tranquilamente, tenía menos recursos materiales, pero también tenía menos pretensiones y menos preocupaciones.


Miremos hacia nuestro interior, el estrés quizás no es tanto por la culpa del peso de las responsabilidades de la vida, sino más bien se debe a nuestra actitud, nuestro nerviosismo y angustia. Para alejarnos del estrés, tenemos que estar más cerca de la naturaleza, estar en armonía con nuestro entorno y estar en equilibrio con nuestro cuerpo, mente y espíritu.

Cierre los ojos, siéntese en meditación, calme la respiración y serene la mente, cuando abra los ojos, verá un mundo diferente y mejor, porque lo que vemos con nuestros ojos es lo que se refleja de nuestro propio corazón.

Fuente: La Gran Época

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