Cuba lanzó en mayo la campaña "ahorro o muerte" como una medida para enfrentar la crisis, que se ha sentido en el cierre de fábricas, la reducción de la producción y en un menor uso de energía, como sucede en los centros públicos que funcionan sin aire acondicionado buena parte del día pese al intenso calor.
La maestra cubana Margarita Amor encontró en la enseñanza de reiki, una técnica japonesa de sanación, la vía para aliviar a sus vecinos ante la escasez de alimentos y medicinas que provocó el derrumbe de la Unión Soviética en la década de 1990.
En esa misma época, Roberto Vargas Lee, maestro de artes marciales, abría la Escuela Cubana de Wushu en un humilde barrio de La Habana para impartir taichi y "elevar la autoestima" de niños, jóvenes y ancianos frente a la severa crisis.
Una década y media después, estas técnicas superaron la desconfianza inicial que generaron dentro del sistema socialista de la isla y han atraído cada vez más a nuevos practicantes en momentos en que Cuba recibe el coletazo de la crisis global.
Cuba lanzó en mayo la campaña "ahorro o muerte" como una medida para enfrentar la crisis, que se ha sentido en el cierre de fábricas, la reducción de la producción y en un menor uso de energía, como sucede en los centros públicos que funcionan sin aire acondicionado buena parte del día pese al intenso calor.
Muchos temen que vuelvan los indeseados apagones de la década de 1990, en un país donde el salario promedio mensual es de unos 415 pesos cubanos (19 dólares) y donde el Gobierno flexibilizó recientemente regulaciones y autorizó a los trabajadores a tener más de un empleo para paliar la crisis.
Miles de personas tratan de frenar el estrés, calmar la ansiedad y hasta curarse de cáncer practicando disciplinas espirituales en estudios montados en comedores o al aire libre, bajo la sombra de frondosos árboles en las plazas públicas.
"Ha habido una explosión del reiki", dijo Amor en su casa, que huele a incienso y aromas naturales, en las afueras de La Habana. "Las personas últimamente necesitan mucho apoyo por todas las situaciones que hay de índole económica", explicó.
El yoga, el reiki, el taichi y otras disciplinas espirituales llegaron a Cuba el siglo pasado en las maletas de instructores y aficionados procedentes de países de América Latina, España y Estados Unidos.
Inicialmente algunas de esas técnicas recibieron el rechazo de las autoridades que las percibían como algo "religioso".
"En Cuba cerramos los ojos en una época determinada a estas alternativas", dijo Amor. "La gente se ha quitado la venda, se ha abierto más a la espiritualidad (...) Aquí tengo médicos, periodistas, ingenieros y técnicos", agregó.
Es difícil saber la cantidad de cubanos que practican reiki, yoga o tai chi. Al ser consultados por Reuters, muchos dijeron sentirse atraídos por estas opciones espirituales ajenas a toda ortodoxia y compatible con creencias religiosas y profesiones.
"Cuando hago yoga me desconecto de los problemas (...) el instructor no me pregunta en qué trabajo, ni cuál es mi religión o qué pienso", dice Elizabeth Reyes, una ingeniera de 42 años que aprendió yoga hace 12 años.
"Lo hago para mejorar la vida", afirmó.
La consigna oficial es que Cuba, que garantiza una canasta básica de alimentos racionados a precios altamente subsidiados, no puede gastar más de lo que tiene.
Optimismo y autoestima
Vargas Lee, descendiente de chino, transformó un solar yermo en el barrio chino de La Habana en una pintoresca plaza donde niños, jóvenes y ancianos mueven cada día sus cuerpos relajadamente y en perfecta armonía con la música y la respiración.
El maestro contó que fundó su Escuela Cubana de Wushu en 1995 para "mejorar" la vida de unos 6.000 cubanos integrados a los cursos. Sólo en el barrio chino, Vargas Lee recibe al día a unas 350 personas de todas las edades.
"La escuela llegó en un momento importante, cuando estaba la cosa (la situación económica) tan difícil (...) pero ahora estamos enfrentando otro momento igualmente duro", dijo Vargas Lee a Reuters, refiriéndose a la crisis global que está ocasionando más problemas en la vida cotidiana de los cubanos.
"Esta práctica eleva la autoestima, te da más optimismo, más esperanzas, encuentras lo que no te puede dar el dinero", dijo el maestro, lamentando no tener apoyo de las autoridades deportivas de la isla "que priorizan el deporte olímpico".
Consideró que el rechazo a estas prácticas se debe, en parte, a que se confundió por años con creencias religiosas.
Pero la percepción cambió con la profunda crisis de los '90, cuando las autoridades constataron los resultados de las técnicas orientales y hasta los militares terminaron promoviendo ejercicios y dietas tibetanas en sus filas.
"Si hay alguien que ha tenido idea y ha promovido la medicina natural y tradicional ha sido el presidente Raúl (Castro) porque en las Fuerzas Armadas es donde más se ha desarrollado", dijo.
Aún así subsisten ciertas limitaciones.
Vargas Lee, que aspira a llevar su proyecto a escuelas, hospitales y fábricas, no está satisfecho. "Para que esto fluya, la gente que dirige tiene que tener una idea de qué es esto y casi nunca es así", lamentó el ex karateca.
Alternativa, no religión
Algunos siguen sintiendo una resistencia que atribuyen a la concepción "materialista" que Cuba adoptó en la década de 1960, como parte de la ideología marxista.
"Estamos tratando de tener una escuela cubana de reiki (...). No lo hemos conseguido, (las autoridades de salud) dicen que es muy religioso", explicó Amor, quien aprendió la disciplina con un maestro estadounidense.
La mayoría de talleres cubanos de reiki no tiene un sistema doctrinal ni un mensaje de salvación, según un estudio del 2005 del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) de la Universidad de La Habana.
Tampoco Vargas Lee aspira a tener un convento taoísta y explicó que "su escuela promueve el taoísmo sólo como la filosofía que pone en armonía al hombre con la naturaleza". Las clases son gratuitas.
Expertos cubanos sostienen que la mayoría de los practicantes de reiki, yoga o taichi en la isla son profesionales. Las mujeres se acercan más a estas prácticas y el promedio de edad oscila entre los 35 y los 50 años.
Los cubanos pueden tomar cuatro clases de yoga por unos 25 pesos o un dólar, mientras que un curso de reiki cuesta hasta 100 pesos cubanos o cuatro dólares.
"No se trata de meros ignorantes manipulados por los secretos de una ciencia oculta", reza el estudio "Corrientes Orientales en la Actualidad Cubana: el Reiki", del CIPS.
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